sábado, 23 de febrero de 2008

La Ahorcancina de Olancho








LA “AHORCANCINA" DE OLANCHO


El período de Guardiola fue terminado por el Vicepresidente Victoriano Castellanos, enemigo de Carrera y, por tanto, no simpático a los ingleses.

Como producto de las elecciones que hubo para sustituir a Castellanos, el 15 de febrero de 1864 tomó posesión de la Presidencia José María Medina, ultra conservador, amigo también de Rafael Carrera. Al poco tiempo de asumir el mando, Medina tuvo que enfrentarse a una insurrección de campesinos inconformes dirigidos por Francisco Zavala y Bernabé Antúnez. El Mandatario, como era su costumbre en estos casos, se apresuró a reprimirlos de una manera feroz, dando lugar a lo que la historia designa como la “AHORCANCINA DE OLANCHO", ocurrida en mayo de 1864.
Los datos son los siguientes:
500 ahorcados,
200 fusilados y
600 familias expulsadas de la zona.

El historiador Medardo Mejía se ha referido in extenso a este brutal episodio en diversas obras, entre ellas su "Historia de Honduras", Allí expresa que la estrategia seguida por Medina en la represión de los campesinos de Olancho fue la de "TIERRA ARRASADA": matar a los hallados culpables y destruir a pueblos enteros.



MUERTE DE JOSÉ MARÍA MEDINA
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El 15 de febrero de 1876 se firmó en Chingo el conve­nio entre los gobiernos de Guatemala y El Salvador con Marco Aurelio Soto para que se hiciera cargo de la Presidencia de Hondu­ras.

El propio Soto manifes­tó, según el mismo documento, "estar deseoso ardiente­mente de servir a Honduras, su patria, en las aflictivas circunstancias en que se encuentra”.

Declarado este apoyo hacia Soto de parte de Guatemala y El Salvador, al Presidente provisional de Honduras en ese entonces, José María Medina, no le quedó otro recurso que llamar a Soto para que ocupara el cargo y dirigiera la celebración de elecciones. Con ese fin, José María Medina emi­tió un decreto especial el 21 de agosto de 1876, en el que, al renunciar al cargo, decía que "la República no puede estar acéfala porque sería entregarla a los horrores de la anarquía; y que para que cese este peligro, es necesario que se haga cargo del gobierno un ciudadano que por sus lu­ces y patriotismo sea digno de ponerse al frente de los des­tinos de los hondureños; y que estas cualidades las reú­ne el señor Licenciado Don Marco Aurelio Soto".

Como era natural, los reformadores del 76, aun cuan­do se proponían un plan de simple modernización, en­contraron dura resistencia de parte de quienes se aprove­chaban del predominio de las relaciones semifeudales en la estructura económico política establecida.

Durante el mes de julio de 1877 se descubrió una conspiración en San­ta Rosa de Copán, en la que poco después resultó involu­crado el ex-Presidente José María Medina, "decano de nuestros bandoleros políticos", según frase de Adolfo Zúniga. Medina fue capturado en diciembre de dicho año y, después de un proceso sumario, se le pasó por las armas.
Don Marco Aurelio Soto y su Esposa

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