lunes, 3 de marzo de 2008

Memorias de Froylan Turcios




MEMORIAS DE FROYLAN TURCIOS

Año duro y difícil fue para mí el de 1910. Señalado como enemigo acérrimo del gobierno, en todo negocio en que intervine me hizo fracasar la hostilidad presidencial. Serían incontables las demostraciones de animadversión de que fui objeto.

Articulo tomado de este libro en el numero 150

Por una cuenta de papel de periódico debía trescientos pesos a don Nicolás Cornelsen. Abrumado por sus incesantes cobranzas, le expliqué mi situación, solicitándole me concediera dos meses para cancelar dicha suma. Accedió a ello. Considerábame, por el momento, libre de esa inquietud cuando, tres días después, me entregaron en la calle una nota de aquel señor, apremiándome para el pago inmediato de mi deuda. Amargado por un proceder tan ruin y deseando a todo trance concluir con las exigencias de mi agresivo acreedor, entré en la tienda de UHLER en busca de don César Clámer. Estaba trabajando en su escritorio. Le abordé, explicándole el caso.

-Nunca antes he pedido dinero prestado -le dije.

No me dejó terminar. Con gesto afectuoso, tirando de una gaveta, mostróme un rollo de billetes de cien pesos.

-Tome los que guste. Y créame que tengo un vivo placer en servirle.

-Son esos trescientos pesos los que necesito.

Me los entregó, añadiendo:

-Recurra a mí si se ve en otro apuro.

Al poner, minutos después, en manos de Cornelsen aquellos billetes, le referí cómo los obtuve, comparando su sordidez con la caballerosa generosidad de su compatriota.

Cancelé materialmente el oportuno préstamo. Pero le estoy siempre agradecido a don César por la forma delicada con que procedió al hacérmelo.

Quede aquí su nombre unido a este recuerdo.

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